miércoles, 12 de diciembre de 2012

Los autonautas de la cosmopista.

Julio Cortázar quiso marginarse de la novela y el cuento y abordó un proyecto casi delirante; viajar por la Autopista del Sur entre París y Marsella, en combi y con el compromiso de no salir nunca de la ruta y tocar dos paradas cada día. Cortázar y su mujer Carol Dunlop, hicieron su expedición en una combi Volksvagen a la que bautizaron Fanfer, a manera de homenaje al famoso dragón wagneriano. Ellos mismos se nominaron Lobo y Osita, y fueron mucho más allá del relato de experiencias, del simple diario de viaje. "Los autonautas de la cosmopista" es un cúmulo de observaciones, un notable compromiso sobre la naturaleza del hombre y de las cosas, una estupenda relación de hechos convividos, soñados o imaginados por la pareja. El humor está presente. Y la ternura. Y el indudable amor que Cortázar y Carol se confesaban. Como él mismo lo dice en el último tramo del libro, viajaron a Nicaragua poco después de concluída la expedición. Al regresar a Francia, Carol ya había empezado a declinar y el 2 de noviembre de 1982 su mujer- su compañera- murió. "A ella le debo, como le debo lo mejor de mis últimos años, terminar solo este relato", dice Cortázar en el párrafo final y concluye:
"Bien sé Osita, que habrías hecho lo mismo si me hubiera tocado procederte en la partida, y que tu mano escribe, junto con la mía, estas últimas palabras en las que el  dolor no es, no será nunca más fuerte que la vida que me enseñaste a vivir como acaso hemos llegado a mostrarlo en esta aventura que toca aquí su término pero que sigue, sigue en nuestro dragón, sigue para siempre en nuestra autopista".

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