En la calle, el tiempo de los hombres se mide con ventanas
maderas de ayer y ladrillo
con la sombra de piedra que se alarga
cuando el día va escalando su cúspide.
Guardan todos un pájaro en el pecho;
sintiéndose jaula y enjaulados
al regreso, sus casas
su recuerdo, su estadía.
Si este es un poema, lo es de pájaros;
en los hombres, encerrados
en sus pechos, en la calle, en sus casas.
Pájaros sin alas,
los pájaros cautivos de los hombres.