El Erizo (Le hérisson) pone en cuestión el vano apego a la
vida, en especial cuando no se hace de ella lo que se hubiera querido. Lo
plantea de una manera conmovedora, algunas veces distante, otras en forma dulce
y cercana.
Morir no importa, lo que importa es lo que estás haciendo a
la hora de tu muerte y hacia ese momento es que te lleva la película, con una
gran dosis imaginativa mezclando discursos y formatos, con grandes diálogos,
escenas mudas, una buena y armónica banda sonora y un gran guión. Me encantó el
tratamiento dramático que se le da al calendario que dibuja Paloma, trazos de tinta negra sobre blanco, a veces minimalistas y otras recargados, siempre preciosos y poéticos, así como su imaginativa visual
ante la cámara con el vaso, el agua y su madre y hermana.
Morir es un acto trivial, lo difícil es vivir bien para
cuando llegue ese momento.
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